Esta situación, la pandemia del COVID-19, a nivel mundial, seas niño, joven adulto o mayor, requiere ser acompañada y es demandado cierto acompañamiento.
Creo que no digo nada que no estemos viviendo en primera persona todos nosotros. Nos ha “pillado” desarmados, sin información ni medios suficientes para hacer frente a una situación que nos ha desbordado en todos los niveles.
Obviamente que cada uno lo está viviendo de la manera que mejor puede o sabe, y es una realidad, que cuando sabes que hay alguien al otro lado del teléfono o de la pantalla, puedes respirar un poco más aliviado. Y así, lo han manifestado los más de 3000 alumnos de la UFV que en este mes y medio largo, están confinados en sus casas.
Muchos están en sus casas, tienen a su familia, y a otros el confinamiento les ha cogido o en el Colegio Mayor o en el piso de alquiler con o sin sus compañeros. Aún así, hablar con alguien de fuera, ayuda. Y en este caso, los mentores de la UFV han dado el do de pecho y han estado más disponibles aún que si estuvieran en el campus.
¿Es importante este acompañamiento? Creo que sí, hablar con alguien que te conoce, que te ha estado acompañado uno o dos años, que ya sabe donde están tus mayores dificultades, académicamente hablando, y que de alguna manera – ha sido tu compañero de viaje – te alivia y consuela saber que está ahí.
¿Para qué? Consultas académicas, algunas; necesidad de hablar, desahogarse, llorar, expresar la incertidumbre e incluso el miedo a lo que está por venir, muchas. Los alumnos están viendo como sus padres, o al menos uno de los dos, están en un ERTE, o en el paro, la incertidumbre que esto les genera les provoca la necesidad de hablar con alguien que no sean sus progenitores para no “agobiar” más; otros llevan muy mal estar encerrados y son incapaces de organizarse y concentrarse en las cuatro paredes de su habitación, y algunos, los menos, lo llevaban bien, son caseros, tienen todo lo que necesitan e intentan no preocuparse y aprovechar para hacer muchas cosas que antes, por el ritmo del día a día, no podían hacer.
Lo que es una realidad es que saber que puedes escribir un mensaje, hacer una videollamada o conectarte a través de TEAMS o el Aula Virtual, y al otro lado tener a tu mentor para escucharte: alivia, tranquiliza y consuela.
En ocasiones no te llaman para nada en particular, sólo para que alguien le escuche, no le interrumpa, no le de consejos ni moralinas, simplemente le presta sus oídos para él.
Sí es importante el acompañamiento, así lo indicaba al inicio. Esta situación estés solo o acompañado físicamente requiere de un hombro al que acudir, de una “oídos” a los que hablar, de una persona con la que llorar y recibir consuelo. Cada uno tenemos un ritmo y el que acompaña sigue ese ritmo, sube o baja la revoluciones según lo que se le demanda.
Acompañar es: estar, querer estar, saber estar; es escuchar, querer escuchar, saber escuchar; confiar, querer confiar, saber confiar; amar, querer amar, saber amar y cómo no: estar a tiro, disponible, compartiendo la propia realidad e incluso, la propia vulnerabilidad.
Me dirijo a ti lector, ¿quieres que te acompañe? ¿necesitas que te acompañe?