“Nuestra misión es construir una comunidad universitaria de personas que buscan la verdad y el bien, y que, por su formación y liderazgo, promuevan la transformación cristiana de la sociedad y la cultura. Y nuestra visión es ser una universidad referente en ciencias y profesiones centradas en la persona”.

MISIÓN

mision universidad francisco vitoria sobre ufv MISIÓN Estudiar en Universidad Privada Madrid
mision universidad francisco vitoria sobre ufv 01 MISIÓN Estudiar en Universidad Privada Madrid

“Nuestra misión es construir una comunidad universitaria de personas comprometidas con la verdad, el bien y la belleza, y que, por su formación y liderazgo, promuevan la transformación de la sociedad y la cultura basándose en los principios cristianos, es decir, en el respeto de la dignidad humana y en la promoción del bien común. Nuestra visión es ser una universidad que sirva de referente en ciencias y profesiones centradas en la persona”.

Quien tiene claro por qué y para qué hace lo que hace, ya no corre el riesgo de ser barrido por el pensamiento dominante ni el de aceptar críticamente valores considerados políticamente correctos. Quien tiene claro el por qué y el para qué funciona con un criterio de pensamiento propio, desde el que interpreta las propuestas que le ofrece la sociedad, la política y la historia: es alguien que piensa por sí mismo, que ha ganado en libertad.

La Universidad Francisco de Vitoria nace con la convicción de que la institución universitaria debe ser “algo más” que formación profesional o preparación para el trabajo. Desde el rigor científico, está convencida de que la universidad es también “algo más” que rigor científico. Se entiende como un centro de educación superior. Es decir, un lugar donde, frente a la cultura de la inmediatez, se planteen preguntas de fondo que ayuden a los miembros de su comunidad (alumnos, profesores y personal académico y de servicios) a entenderse a sí mismos y al mundo en el que viven. La UFV nace con la vocación de servir como un faro que oriente y aporte sentido a nuestro tiempo.

Nuestra identidad es la de universidad de inspiración católica, que se apoya en la tradición que parte de la filosofía griega de Platón y Aristóteles, y de la tradición del realismo filosófico de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, así como de la filosofía personalista y dialógica. Es decir, creemos en la posibilidad de conocer la verdad tanto porque el mundo tiene algo que espera ser conocido, como porque los seres humanos estamos abiertos al conocimiento: defendemos el valor de la razón y de la ciencia. Además, partimos de la antropología cristiana, que reconoce la dignidad intrínseca de cada ser humano y su apertura al bien común. La inspiración católica ofrece una visión optimista del mundo y del ser humano, a la vez que fomenta la libertad de profesores y alumnos en sus creencias y opiniones. Dada la fundamentación racional y antropológica de la propuesta católica, defendemos que esta se propone, pero no se impone. La UFV es un ámbito de respeto a todos y de convivencia cultural.

¿QUÉ NOS DIFERENCIA?

UNA UNIVERSIDAD CENTRADA EN LA PERSONA

¿Qué significa ser una universidad de inspiración católica?

El catolicismo ofrece una visión del mundo radicalmente positiva. Por un lado, porque la doctrina de la creación afirma que todo ha sido hecho por Dios, y que vio Dios que era bueno. Es decir, afirma que hay un orden en las cosas, que estas forman un cosmos, y que por lo tanto están marcadas por la racionalidad y el sentido. Esto es un punto de vista clave a la hora de hacer ciencia: la racionalidad de los objetos de estudio posibilita la exposición racional de la materia a estudiar.

Por otro lado, el catolicismo es radicalmente positivo en su visión del ser humano. Si bien reconoce su debilidad, tanto por sus limitaciones como por sus defectos, dice del ser humano que no es alguien fruto del azar, sino querido por sí mismo y, en consecuencia, dotado de dignidad. En la UFV es una premisa fundamental la defensa de la dignidad del ser humano, sin importar el momento de la vida en que se encuentre, su raza, sexo o condición social. De hecho, procuramos fomentar activamente una mirada de respeto y promoción del otro, en cualquiera de los estudios que ofrecemos. Además, la visión católica de la persona defiende la capacidad de la razón, de modo que sustenta la posibilidad de hacer ciencia no solo por la consistencia de su objeto , sino también por la capacidad intrínseca del conocimiento humano. Esa capacidad de conocer es el fundamento de la capacidad de actuar, de transformar la sociedad con el horizonte de hacer un mundo mejor. En la UFV utilizamos una expresión de Benedicto XVI que refleja esta idea: razón abierta. Cada profesor, cada grado, invita a sus alumnos a llevar cada asignatura a plantearse cuestiones fundamentales sobre la parte de la ciencia que cultivan en esa materia y sobre la relación de esta parte con el todo.

Por último, la visión católica del ser humano defiende también la libertad de cada persona y su dimensión ética o moral: los seres humanos tenemos una responsabilidad frente a nosotros, al prójimo y a la sociedad. Que la UFV sea una universidad de inspiración católica significa precisamente que tiene en su entraña el deseo de ayudar a que sus alumnos descubran que pueden hacerse a sí mismos servidores de la verdad, ayudando a mejorar la sociedad por medio de su vida y de su trabajo.

Además, la UFV cuenta con capellanes dispuestos a atender a quienes quieran, una Iglesia universitaria, diversos medios de formación y comunidades de vida cristiana, una amplia actividad solidaria y de voluntariado, la posibilidad de hacer misiones, etc. Estas actividades, completamente libres y fuera del curriculum de cada grado, siempre se realizan con carácter voluntario.

La enseñanza tiende a la especialización. Especializarse ayuda a que la ciencia avance. Una primera especialización es la elección del grado: quien estudia una materia de biomedicina puede no tener ningún objeto de estudio en común con quien empieza un grado en educación, en comunicación o en derecho. Especializarse, saber mucho de un punto muy concreto, tiene dos problemas: primero, la de conocimientos significativos e importantes que deja fuera; segundo, que todo alumno además es un ser humano que necesita saber muchas cosas para poder tener una vida lograda: no toda nuestra vida es el trabajo que vamos a hacer, y sin embargo necesitamos herramientas tan maduras como las que usamos en el trabajo para poder conocer y dominar nuestra vida.

Por eso, en la UFV combinamos una especialización de primer orden con una síntesis de saberes. Para eso defendemos la excelencia en las asignaturas de cada grado, de modo que cualquier alumno pueda ser una autoridad en su campo de estudio, y lo combinamos con unas asignaturas transversales capaces de alimentar los hábitos y capacidades de la inteligencia de cara a comprender el mundo y a que cada alumno se entienda mejor a sí mismo. De ese modo, en cada grado hay una serie de asignaturas de contenido humanístico que buscan dar las herramientas para que cada alumno pueda realizar esa síntesis entre su saber y su vida, y para que todos aumenten el horizonte de sus intereses, su capacidad de argumentación, su sensibilidad ante los demás, su responsabilidad social.

La fragmentación de saberes produce personas fragmentadas, muy cultivadas en algunos aspectos de la vida, pero quizá casi analfabetas en otros que son también muy importantes. Se podría decir que el objetivo de la UFV es que sus egresados sean expertos en sus materias específicas y también expertos en humanidad. Esto, en el fondo, significa que sean personas que tengan algo que decir, porque saben pensar, y que sepan si quien les habla tiene algo que decir, porque han ejercitado su capacidad de pensamiento crítico.

Queremos que la experiencia universitaria resulte transformadora para nuestros alumnos. No tanto que pasen por la universidad como que «la universidad pase por ellos». Nuestro proyecto formativo se llama «formar para transformar». Este título quiere decir, por un lado, que la formación que damos tiene una finalidad fuera de sí misma: a veces es teórica, a veces es práctica, y siempre va dirigida a enriquecer al alumno y a prepararle para la vida adulta, laboral y personal. ¿Qué se quiere ‘transformar’ en este proyecto? Por un lado, el alumno, que con su educación madurará en el plano personal y crecerá en su capacitación profesional; por otro, la sociedad, que con la acción y trabajo de nuestros egresados podrá ser más justa, generar empleo y riqueza, ser un espacio mejor: toda la formación que imparte la UFV aspira a mejorar el bien común, y a superar la soledad del individualismo fomentando la idea de comunidad, es decir, facilitando la posibilidad de tener proyectos comunes, de integrar objetivos, de trabajar en equipo, de aprender a escuchar a los otros.

El camino a la verdad es una auténtica experiencia de encuentro con la realidad, con uno mismo, con los demás y con Dios. Este camino es complejo, necesita tiempo y por eso proponemos recorrerlo juntos. La experiencia de comunidad hace posible avanzar promoviendo la libertad de cada miembro de la UFV, descubriendo la fuerza y la creatividad de las acciones que se hacen junto a otros, y apuntando al sentido último. Este recorrido experiencial de la universidad ayuda a que nuestros alumnos sean más reflexivos sobre sus objetivos, sus opciones vitales, más creativos en la solución de problemas, más críticos con los tópicos culturales, más receptivos del mundo en que viven, en definitiva, mejores profesionales y mejores personas. Un aprendizaje así prepara mejor para el resto de la vida.

Partiendo de la concepción de que la persona es un proyecto que está por completar y que se encuentra llamado a realizarse en este camino de búsqueda proponemos la siguiente metodología:

Responder a preguntas que se van proponiendo:

El camino juntos solo comienza cuando se da un encuentro: para que se establezca un diálogo debe compartirse una inquietud. Esto es la esencia del método socrático: en él no se imponen los temas a estudiar, sino que se plantean preguntas que invitan a la búsqueda del conocimiento. Así, tanto el alumno como el profesor se convierten en los protagonistas del aprendizaje. Solo cuando se forma esta comunidad entre todos los que comparten el aula se levanta el vuelo hacia el saber. Pensar es lo mismo que pensar juntos. Es decir, que pensar en comunidad. Para lograr eso es necesario que la docencia sea muy activa, y también que los alumnos sean los protagonistas de su aprendizaje. En la UFV es una prioridad la asistencia activa a las clases, que se procuran que sean auténticos ‘campos de entrenamiento’ que despierten la sed por saber más en cada uno de los estudiantes. La docencia en la UFV quiere ser lo contrario a la pasividad, quiere ser una auténtica experiencia de vida y de diálogo.

Partir de lo común:

La UFV propone una educación en la que la experiencia de comunidad, la convivencia, son factores claves. Por eso se le otorga tanta importancia a lo común. Lo común aparece, en primer lugar, en el grupo concreto de la clase: aquellos con los que se comparte más tiempo. Para fomentar el conocimiento entre los alumnos de una clase, se fomentan los trabajos en equipo, el diálogo en la docencia, algunas experiencias o viajes como el Camino de Santiago, etc.

También apoya a esa experiencia comunitaria la existencia del campus: grande, pero no tanto como para poder perderse, es el centro por excelencia de actividades comunes entre personas de perfiles muy diversos. Desde las cafeterías, las zonas de estudio, los lugares para trabajos en común, las calles o el centro deportivo, incluso una autoescuela, la vida universitaria adquiere una dimensión muy intensa en el campus de la UFV.

Además, lo común se enriquece gracias al acompañamiento: aunque en la vida universitaria ya es fundamental la responsabilidad personal y la toma de decisiones que cada uno haga, ningún alumno está solo. Los mentores, un servicio de atención psicológica o nutricional, la capellanía o la relación interpersonal que con frecuencia se establece entre profesores y alumnos, ayudan a que este viaje, la universidad, que abre a nuevos viajes, la vida, se pueda realizar bien acompañado, con las coordenadas necesarias para no perderse.

Diálogo riguroso: no censurar nada

Cuando se fundaron las universidades, en el siglo XII, uno de los métodos fundamentales de enseñanza era la disputa. Se reunía la comunidad universitaria y unos alumnos que ya habían estudiado una cuestión y debatían sobre ella, ofreciendo puntos de vista y soluciones distintas, a menudo enfrentadas. Lo hacían por motivos casi deportivos (el placer de enfrentarse con otro), pero también por buscar entre todos la verdad: dos posturas enfrentadas no pueden ser verdaderas a la vez, de manera que, entre todos, especialmente gracias al conocimiento del maestro, avanzaban en el conocimiento separando la opinión de la ciencia, los puntos de vista de la verdad objetiva. Desde el principio la universidad ha sido un espacio de discusión. De una discusión culta, es decir, basada en el diálogo (no en la pelea), en el respeto (no en el insulto) y en la ilusión compartida por encontrar lo que nos une y superar lo que nos separa..

Entendemos diálogo no como un buenismo ingenuo sino como claridad y honestidad intelectual. La condición de posibilidad del diálogo es la humildad al hablar y al escuchar.

El sentido de este diálogo es discernir juntos lo mejor, porque no todo vale. Si se afirma que cualquier postura es igualmente válida que su contraria, en realidad se está afirmando que no podemos conocer nada. En una situación así solo quedará espacio para la dictadura de los que tienen el poder, sean unos pocos individuos o una mayoría. Pero hay cuestiones que no se resuelven con mayorías, sino con verdad.

Habrá ocasiones en que el diálogo resulte tenso o difícil, porque buscar la verdad no siempre es sencillo. Por eso es importante aprender el arte de dialogar con valentía, con argumentos racionales, basándonos en el estudio, con humildad, sabiendo que, aunque todas las personas merecen respeto, no lo merecen todas las ideas que se discuten, porque, además de asuntos abiertamente opinables, hay otros temas donde lo que se sostenga puede ser verdadero o falso.

Solo desde este diálogo abierto a la verdad y al otro podremos luchar contra la imposición ideológica de las posturas socialmente dominantes.

Proponer y reconocer testigos

Si nuestra propuesta no puede ser vivida por personas concretas en la vida real, no interesa, porque resulta «inaplicable».

Cuando un profesor es capaz de explicitar su propia búsqueda de sentido se convierte en algo más que un transmisor de ideas. Se da la posibilidad de un encuentro personal con el alumno, de un aprendizaje como experiencia reveladora de las posibilidades de la vida.

Fe y razón: ni fideísmo, ni racionalismo

Para la religión es una patología prescindir de la razón, del mismo modo que es una patología para la razón prescindir de la religión. No queremos ni el fideísmo que menosprecia la razón ni el racionalismo que menosprecia la fe.

No queremos una fe impuesta pues la ideología no tiene raíces y contradice el Evangelio.

En la UFV afirmamos que fe y razón no solo no se contradicen, sino que se necesitan, se enriquecen. Nuestra experiencia es que la fe es razonable.

«Comunidad universitaria» no significa que todos pensemos igual. Frente a la banalidad de las ideologías, tanto científicas como religiosas, en la universidad nos convoca la búsqueda. La auténtica comunidad universitaria queda constituida cuando planteamos con seriedad las preguntas, somos rigurosos en la investigación y leales con la sed compartida que nos hace humanos. Esto vale entre personas que siguen cualquier credo, agnósticos y no creyentes.

Queremos ser una comunidad que sostenga no solo un recorrido intelectual, sino existencial. Necesitamos una comunidad que sostenga la búsqueda en un diálogo confiado y una amistad sincera, una comunidad que haga vida aquella humanidad que custodia y donde su principal método pedagógico sea el de ser testigos. La verdad, si no tiene rostro, no interesa, no transforma.

Los signos de una auténtica comunidad universitaria son:

  • Maestros que ponen en juego, en su propia vida, las preguntas por el sentido.
  • Una docencia que despierta en el alumno el interés por su campo de conocimiento y por su propia vida.
  • Una investigación que aporte conocimiento nuevo y que sepa reflexionar sobre los límites de cada ciencia y el alcance de sus conclusiones para la vida del hombre.