Tras 27 años de docencia en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), el catedrático y coordinador del Doctorado en Humanidades, Javier Cervera, presenta la reedición revisada de Así terminó la Guerra de España, un libro que demuestra que la historia no es un relato estático, sino un campo en constante evolución.

250220 portada noticia 1024x640 Javier Cervera Gil: “Un historiador honesto debe estar dispuesto a cambiar de opinión” Estudiar en Universidad Privada Madrid

Javier Cervera Gil, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Francisco de Vitoria, reflexiona sobre la importancia de la honestidad intelectual en la investigación histórica y la necesidad de revisar el pasado con nuevas evidencias.

Gracias a nuevas investigaciones y documentos que no estaban disponibles hace 25 años, Cervera reflexiona sobre la importancia de la honestidad intelectual en la investigación histórica y la necesidad de formar ciudadanos críticos que comprendan el pasado para interpretar el presente.

Un libro que demuestra que la historia se revisa, no se reescribe

En 1999, Javier Cervera Gil y Ángel Bahamonde Magro publicaron Así terminó la Guerra de España, un estudio que abordaba los últimos meses de la Guerra Civil y los factores políticos y militares que llevaron a su desenlace. Ahora, 25 años después, el libro regresa con una edición revisada y actualizada. ¿El motivo? Nuevas investigaciones, documentos inéditos y una mejor comprensión de aquellos acontecimientos.

Lo que se sabía hace 25 años ha cambiado con nueva información y nuevas perspectivas. La historia no es inmutable, siempre se está enriqueciendo”, explica Cervera. “No se trata de reescribirla, sino de comprenderla mejor. Un historiador honesto debe estar dispuesto a cambiar de opinión si las evidencias así lo requieren”.

La reedición del libro ha supuesto la revisión de siete de sus nueve capítulos, incorporando hallazgos de archivos internacionales que no estaban disponibles en la década de 1990. “Los historiadores no imponemos verdades, sino que construimos conocimiento a partir de los hechos. Y los hechos, cuando se estudian con rigor, pueden llevarnos a conclusiones que no habíamos imaginado”, añade.

Una vocación construida con el tiempo

Nuestro entrevistado no siempre tuvo claro que se dedicaría a la historia. Estudió Magisterio y, más tarde, decidió especializarse en Historia Contemporánea del siglo XX.

“Elegí esta etapa porque me resultaba cercana, pero la Guerra Civil me interesó de forma progresiva. En mi familia no era un tema de conversación, lo que me permitió estudiarlo sin condicionamientos emocionales”, declara.

Uno de los momentos clave en su carrera fue la influencia de su mentor, Ángel Bahamonde. “Tuve la suerte de aprender de un gran historiador que, además, me dio la oportunidad de escribir junto a él. Que tu director de tesis te elija para escribir un libro conjunto significó mucho para mí”, recuerda.

Sin embargo, su camino en la universidad no fue sencillo. A finales de los años 90, la falta de plazas en la universidad pública le llevó a considerar otros caminos. Fue entonces cuando Bahamonde le animó a aceptar un puesto en la Universidad Francisco de Vitoria, una decisión que marcaría su trayectoria. “Al principio pensé que sería algo temporal, pero con el tiempo me di cuenta de que aquí tenía la oportunidad de desarrollar mi carrera plenamente. Hoy, no me planteo marcharme”, confiesa.

Honestidad intelectual: la clave del trabajo del historiador

En un contexto en el que el uso del pasado con fines políticos es frecuente, Cervera defiende que el papel del historiador no es fabricar relatos a medida, sino cuestionar, investigar y revisar las interpretaciones existentes con rigor. “Hay quienes creen que la historia ya está escrita y que solo hay que repetirla, pero la realidad es muy distinta. La historia es una disciplina científica que debe actualizarse constantemente”, señala.

Para Cervera, el principal reto de un historiador es ser intelectualmente honesto. “Si inicias una investigación con una hipótesis, debes estar dispuesto a cambiarla si las fuentes contradicen lo que pensabas. No se trata de encontrar lo que queremos ver, sino de entender lo que realmente ocurrió”, afirma.

Esta actitud también se refleja en su labor docente. En sus clases, fomenta el pensamiento crítico y la discusión abierta entre sus alumnos. “Cuando un profesor es bueno, puedes debatir con él sin miedo. La historia no debería ser un dogma, sino un espacio de exploración”, enfatiza.

La memoria colectiva: el pasado como advertencia para el futuro

“La historia puede ser un elemento preventivo”, asegura el experto, destacando cómo la memoria colectiva de un pueblo influye en su presente y en sus decisiones futuras. “Aunque la mayoría de los españoles no vivieron la Guerra Civil, existe una conciencia generalizada de que fue un periodo trágico, lo que genera prevención ante discursos que pueden llevarnos a repetir errores”.

El experto recuerda una conversación con su abuelo que ilustra bien la complejidad de la memoria histórica. “Cuando le dije que estaba investigando la Guerra Civil, me respondió: ‘lo mejor es olvidarlo’. Esa es una reacción común en quienes vivieron la guerra y la posguerra, pero olvidar no es la solución. La historia está ahí, y debemos estudiarla con rigor para no caer en simplificaciones”.

Este mismo fenómeno se observa en otros contextos. “Hoy en día, cualquier brote de racismo genera un rechazo inmediato, porque la historia del siglo XX nos ha enseñado lo que puede suceder si no se actúa a tiempo. Esa es la función de la memoria colectiva: ayudarnos a no repetir los errores del pasado”, reflexiona.

La importancia de la historia en la educación

Uno de los mayores problemas que el profesor Javier Cervera ha identificado en sus años como docente es la disminución del conocimiento histórico en los estudiantes. “En los 27 años que llevo enseñando, he visto un declive alarmante en la formación histórica de los universitarios. Cada vez saben menos sobre los procesos históricos clave”, advierte.

Para él, la historia no debería limitarse a una asignatura de secundaria, sino integrarse en diferentes áreas del conocimiento. “Un estudiante de Derecho necesita conocer la historia política, un economista debe entender la historia económica, y un periodista no puede informar correctamente sin un contexto histórico sólido”, argumenta.

Comprender la violencia desde la historia y la antropología

Actualmente, el catedrático forma parte de un equipo de historiadores y antropólogos que investiga la violencia política y la represión en la Guerra Civil y el franquismo. “Buscamos entender no solo qué ocurrió, sino por qué ocurrió”, explica.

Desde una perspectiva multidisciplinar, el estudio analiza el sufrimiento de las víctimas, las motivaciones de los agresores y el papel de la memoria en la reconciliación. “La historia no solo debe centrarse en los grandes acontecimientos, sino también en las experiencias humanas que los conforman”, concluye.

Una historia viva y en constante revisión  

La reedición de Así terminó la Guerra de España es una prueba de que la historia está viva y en constante revisión. La honestidad intelectual, el análisis crítico y la memoria colectiva son elementos fundamentales para entender el pasado sin caer en dogmas. “No se trata de cambiar la historia, sino de conocerla mejor”, insiste Javier Cervera.

Después de casi tres décadas de investigación y docencia, su mensaje es claro: el pasado no es un simple recuerdo, sino una herramienta imprescindible para interpretar y entender el presente y construir el futuro.