En agosto de 2015 Javier Aranguren, ahora profesor de la UFV, se fue a dar clases a Strathmore University, una universidad de Nairobi, Kenia. Cuando apenas llevaba un mes viviendo allí se vio interpelado por un niño mendigo que pedía cerca de su casa. Javier se preguntó por qué no estaría ese chico de apenas trece años en clase. Investigando se encontró con una familia de seis miembros (padres y cuatro hijos) que contaban con unos 60€ mensuales de ingresos y que no podían pagar la educación de los pequeños. ¿Se podría hacer algo por el pequeño?: bastaba con 15€ al mes para cubrir los gastos de matrícula. ¿No estaba eso a su alcance? Pero junto al chico, que se llamaba Víctor, aparecieron sus hermanas y su hermanito de apenas dos años. Y un primo. Y su amigo Fidel. Y los seis hermanos de Fidel y sus dos primas (una de ellas, huérfana total, enferma de SIDA con nueve años). Y había más niños mendigos pidiendo por la zona. ¿Hasta dónde podría ayudarles?
Así empezó Karibu Sana (www.proyectokaribusana.org). Enseguida apareció una nueva fuente de posibles beneficiarios: Kwetu Home of Peace, una institución de monjas católicas de Kenia dedicadas a rescatar, rehabilitar y reinsertar a ‘niños de la calle’. De estos, solo en Nairobi, se calcula que hay 60.000. Javier se encontró con un grupo de 120 chavales de entre 7 y 14 años. Casi todos habían usado drogas, comido de la basura, dormido bajo un puente, sufrido hambre, frío y miedo…, y lo único que querían era educación y cariño.
¿Cómo se encarga un filósofo de orquestar el apoyo necesario para llegar a tantos? ¿Cómo se aprende lo que significa ayudar, frente a la creación de dependencia? ¿De dónde lograr fondos? ¿Qué hacer para que no se desaproveche ni un euro? ¿Cómo sobrellevar el escándalo del sufrimiento de los niños, de los inocentes?
Cien pares de zapatos es el relato de los primeros meses de existencia de Karibu Sana. En él se recogen las historias de decenas de niños y niñas que pudieron participar de ese proyecto. En él se describe el esfuerzo y la preocupación que supone empezar a ayudar. Y en él se descubre cómo esa lucha, plagada de victorias y derrotas, es algo que verdaderamente vale la pena.
Cinco años después, el encuentro casual (providencial) con Víctor por la calle, Karibu Sana sirve a 327 niños y niñas con becas escolares y a varias instituciones educativas kenianas que han logrado los fondos y la formación necesaria para servir mejor a los más necesitados. Karibu Sana también se ha convertido en la ocasión de que cientos de personas en España puedan colaborar de forma desinteresada en que esos niños y jóvenes recuperen la infancia que les había sido robada. Todo eso, con una mezcla de humor y desgarro, es el contenido de este fascinante libro.
El 100% de los beneficios de su venta irá para becas de estudio de Karibu Sana.