- El periódico de la Universidad Francisco de Vitoria recoge los testimonios de ciudadanos mayores afectados por la brecha digital en el reportaje Banca digital: el futuro no espera a los que lo construyeron
- También participan en este reportaje Carlos San Juan de Laorden, iniciador de la campaña de recogida de firmas con el lema “Soy mayor, no idiota”, y de Enrique Ortiz, quien trabajó casi 30 años en banca y varios años como consultor
Pozuelo de Alarcón (Madrid), 1 de marzo 2022 – Al llegar al banco, María del Carmen, una mujer mayor de 80 años, “introduce su cartilla, retira 600 euros, los cuenta detenidamente y vuelve a ingresarlos en su cuenta. Es una de sus comprobaciones rutinarias. Desde que sustituyeron al empleado que solía ayudarle a hacer las transacciones por un cajero automático, María del Carmen no se fía de que los números que aparecen en una pantalla le digan la verdad”. La historia de María del Carmen refleja una de las aristas de la brecha digital y de cómo la digitalización de la banca ha supuesto un giro de 180 grados en la forma de atender al cliente.
España tiene 9,38 millones de personas mayores de 65 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El 30% de las personas mayores aseguran que han sido incapaces de realizar trámites cotidianos porque solo se podían efectuar a través de Internet o mediante una máquina, según el barómetro realizado por la Unión Democrática de Pensionistas (UDP). A pesar de que la pandemia ha impulsado el aterrizaje de nuestros mayores en Internet, lo cierto es que la mitad de las personas de entre 65 y 75 años cuentan con habilidades digitales bajas, según los datos aportados por Eurostat. Los mayores son vulnerables en la Red.
Los redactores del periódico Mirada21.es han visibilizado la realidad de nuestros mayores, a través del reportaje Banca digital: el futuro no espera a los que lo construyeron. Entre los entrevistados, se encuentran Carlos San Juan de Laorden, de 78 años, quien lideró la campaña de recogida de firmas con el lema “Soy mayor, no idiota” para reclamar atención humana en las sucursales bancarias. “En mi caso, me invitaron a que cambiara de banco. El mismo del que he sido cliente 50 años. Si hubiese sido joven, probablemente, hubiera contestado algo, pero ahora… pues se me hizo un nudo en la garganta, me vine abajo y me fui a casa con mucha tristeza… Ese día, ni comí y me sentí humillado y con mucha impotencia”, comparte el jubilado que ha conseguido más de 600.000 apoyos, lo que ha obligado a la banca a mover ficha para atender mejor a los mayores.
Por su parte, Enrique Ortiz, quien trabajó casi 30 años en banca y varios años como consultor, expone que la banca ha perdido humanidad: “Siento vergüenza de cómo se están comportando los bancos, esta no es la banca en la que yo trabajé”. Las entidades bancarias promueven la digitalización como un gran avance, sin embargo, Carlos San Juan de Laorden defiende que no se puede hablar de un avance real: “Yo no la puedo definir como progreso porque, en mi diccionario personal, progreso es algo que mejora la calidad de vida para todos, sin excluir a nadie”.