El pasado 19 de septiembre tuvo lugar en la Universidad Francisco de Vitoria el seminario “Six months of the war in Ukraine. Can David defeat Goliath?”, organizado por el Centro para el Bien Común Global. La jornada se celebró a modo de mesa redonda sobre el desarrollo y avances en el conflicto en Ucrania y sobre cómo ha cambiado la realidad geoestratégica del conflicto.
La mesa estuvo presidida y moderada por Florentino Portero, presidente del Centro para el Bien Común Global y las palabras de bienvenida corrieron a cargo de Javier de Cendra, decano de la Facultad de Derecho, Empresa y Gobierno de la Universidad Francisco de Vitoria. Entre los ponentes, Silvia Cortés, exembajadora de España en Ucrania; Oleksandr Donii, analista político y presidente de la ONG Centro de Estudio de Valores Políticos en Kiev; David Watson, experto británico de inteligencia; e Ignacio Cosidó, director del “Centro de Seguridad Internacional” de la Universidad Francisco de Vitoria.
El seminario buscó reunir a ponentes de alto nivel para poder realizar un análisis altamente fiable de los últimos seis meses de la guerra junto con una visión sobre el futuro de conflicto y la repercusión internacional que tendría las diversas conclusiones que podría tener este enfrentamiento militar.
Javier de Cendra abrió el debate tratando de responder a la pregunta, que todos nos hemos hecho desde ese 24 de febrero cuando Rusia comenzó su invasión, ¿puede Ucrania derrotar a Rusia? ¿Puede este David vencer al Goliat? Su conclusión fue que ya lo había hecho, con la defensa de Kiev, con la resistencia civil, con el empuje en Járkov… cada día, cada baja rusa era una prueba más de la deseable próxima victoria ucraniana. Aunque la embajadora, Silvia Cortés, compartía el sentimiento sobre el posible éxito de Ucrania, puntualizó que este no vendría sin el apoyo militar y político por parte de Occidente. Esto viene, según sus palabras,
por la responsabilidad que tiene Occidente, “por miopía o <Wishful Thinking>” que tienen, entre otros, la Unión Europea al permitir el crecimiento del expansionismo ruso. No fue, según ella, hasta el derribo del avión de Malaysia Air que la Comunidad Internacional comenzó a contener de alguna manera a Rusia (con su eventual expulsión del G8). Sin embargo, la debilidad de Occidente ante la imposición de sanciones al Kremlin es uno de los mayores motivos por los que estamos hablando de una guerra en Ucrania.
Con lo misma opinión que Oleksandr Donii, durante su intervención, trató el cambio de visión de la guerra para el pueblo ucraniano y para Occidente. Con la preventiva salida de las embajadas de Ucrania, la opinión entre la población civil fue de abandono de su país ante Rusia. No fue hasta tres días después de la invasión, con la valentía del pueblo ucraniano, que Occidente despierta y comienza a apoyar a Ucrania. Con este despertar se da lo que el señor Donii llamó la “primera etapa”.
Sería durante esta primera etapa que se produciría el segundo cambio en la visión del conflicto: la liberación de Bucha y la exposición de los crímenes de guerra cometidos por Rusia contra el pueblo ucraniano. Desde este momento comenzaría la “segunda etapa” marcada por la fuerte resistencia ucraniana y la expulsión del ejército ruso en Járkov. Frente a esto, Oleksandr concluía que el futuro de Ucrania venía ligado a la responsabilidad que Occidente asumiría en el conflicto resumiendo que, “A diferencia de Ucrania, Occidente tiene la elección de apoyar a Ucrania o rendirse ante Rusia”.
La perspectiva que nos mostró el analista David Watson difería en partes de las narrativas anteriores y buscó, desde su experiencia previa trabajando con las instituciones ucranianas y europeas, explicar cómo las diferencias entre ambos actores dieron paso a la invasión. Mientras que las instituciones ucranianas estaban indispuestas a “occidentalizarse”, eran también las propias instituciones europeas que rechazaban acercase a Ucrania, dejando descontrolado un frente vital para Europa. Esto último se debió a “la comodidad en la posición en la que se encontraba Europa frente a Rusia. Con tal de no provocarlo se le podría sacar ventaja”. Concluyó con la necesidad por parte de Europa y de los Estados Unidos de mantener en la agenda la cuestión ucraniana para resolver el conflicto.
“No todos en Europa pensaban que fuera posible la escala de la invasión que llevó a cabo el Kremlin. Al principio la pregunta era cuántas semanas aguantará Ucrania”. Así empezaba la intervención de Ignacio Cosidó, director del CSI, que trató de enfatizar que solo una cosa está clara, que es imposible predecir el futuro del conflicto. Desde esta complicada posición para los analistas, el ponente buscó entender cuáles eran las posiciones estratégicas de los actores involucrados y de las prioridades que deberían establecer dichos actores. Por otro lado, a medida que se le complicaba al Kremlin la guerra, la posición de Rusia es confusa, con una búsqueda inicial de sometimiento ucraniano para luego limitarse a defender los territorios del Donbás y Crimea. Frente a esto, expone Cosidó, la prioridad de los países occidentales debería ser el restablecimiento del orden en Europa, con la protección de la soberanía nacional y de sus fronteras, pero mantener un claro objetivo para reincorporar a Rusia en el “orden de seguridad europeo”. Para ello debemos “evitar culpabilizar a todo un pueblo y excluirlos de la comunidad internacional”.
Como conclusión al seminario, todos coincidieron que el conflicto en Ucrania ha quebrado la frágil situación en Europa, provocando un cambio de perspectiva para todos los actores involucrados. Sin una solución clara para el conflicto, debemos reforzar su seguimiento para poder entender las consecuencias que puede llegar a tener sobre Europa y Occidente. Aunque David pueda vencer a Goliat, aún queda mucho para que se pueda afirmar que lo ha derrotado.