P.- De forma sencilla ¿nos podrías explicar vuestro descubrimiento?
R.- En este trabajo hemos descubierto una manera de proteger al intestino de los daños y efectos secundarios causados por la radioterapia. Esto se consigue gracias a niveles elevados de una proteína llamada URI, la cual protege a las células encargadas de regenerar el intestino del daño sufrido por la radiación. Cuando URI está presente, estas células se encuentran en estado durmiente y sobreviven a la radioterapia. Una vez que las sesiones terminan, estas células se vuelven activas y se dividen, regenerando el tejido dañado.
Sin embargo, algunos pacientes tienen niveles bajos de URI. Por ello, las células durmientes se ven forzadas a salir de su letargo y están constantemente activas y dividiéndose, lo que las hace vulnerables a la radioterapia ymueren. Por lo tanto, el tejido dañado no puede regenerarse y los pacientes desarrollan efectos secundarios. Esta investigación abre la puerta al desarrollo de nuevos fármacos que disminuyan la división de las células durmientes durante la radioterapia y así, no mueran a causa de la radiación.
Además, esta aproximación podría tener un efecto doble: ayudar a la regeneración de los órganos sanos afectados por la radioterapia y controlar el crecimiento del tumor, mejorando la calidad de vida de los pacientes. Este estudio ha sido desarrollado en modelos de ratón modificados genéticamente
P.- ¿Qué ha significado para ti formar parte de una investigación con tanta repercusión?
R.- Ha sido muy gratificante saber que la investigación que he desarrollado durante mi doctorado ha concluido en un estudio con tanta repercusión. Nunca imaginé que pudiera ser así. Pero aparte de la satisfacción a nivel personal, también ha supuesto una gran responsabilidad y sacrificio en diferentes aspectos de la vida. Como cualquier gran logro, nada se consigue sin esfuerzo, lucha y perseverancia.
P.- ¿Qué significa para un científico que publiquen su trabajo en una revista como Science?
R.- Significa un gran orgullo, ya que solo un 6% de los artículos que se mandan a esa revista son elegidos y publicados. Pero por otra parte también significa una gran responsabilidad con la comunidad científica y con el mundo en general, ya que esta investigación podría tener repercusión a nivel de los pacientes con cáncer. Y aunque aún queda mucho recorrido por delante para poder llegar a aplicar este conocimiento a los pacientes, hemos sentado la primera piedra del camino.
P.- ¿Cuál es para ti la mejor parte de trabajar en un organismo como el CNIO? ¿Y la más complicada?
R.- El CNIO es uno de los mejores centros de investigación en cáncer a nivel europeo y el mejor a nivel nacional. Por ello, cuenta con un panel de investigadores muy prestigiosos y reconocidos a nivel mundial. La mejor parte es poder aprender de ellos, contar con las facilidades que tiene el centro y estar en un ambiente internacional como el que ofrece el CNIO. La parte más complicada, aunque no creo que sea solo cosa del CNIO, es la dedicación que tienes que tener durante el doctorado y la presión a la cual te ves sometido por acabar una tesis en 4 años y con una buena publicación que te abra las puertas del postdoc.
P.- Si pidieras un deseo para la ciencia, sería…
R.- Financiación y ayuda por parte del gobierno. La formación teórica que recibimos en las universidades españolas es una de las mejores a nivel europeo… pero en muchos de los casos no hay financiación para realizar prácticas.
Por otra parte, una vez acabada la carrera o el doctorado, nos vemos obligados a salir fuera de España y aplicar nuestro conocimiento en otros países, los cuales no han invertido en nuestra formación. Todo son ventajas para dichos países… profesionales altamente cualificados sin coste alguno y listos para generar beneficios.
Por lo tanto, pediría que los partidos políticos dejasen de basar los presupuestos en aquello que da beneficios en una legislatura e invirtieran más en I+D+I. Probablemente los beneficios de esa inversión no serán inmediatos, pero a largo plazo, podríamos competir a nivel tecnológico con países como Alemania o Reino Unido, ya que tenemos personal altamente cualificado, pero con medios escasos para desarrollarse a nivel profesional.
P.- Antes de entrar en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, ¿dónde desarrollaste tu carrera?
R.- Mi primer contacto con un laboratorio fue en tercero de carrera. El CSIC me concedió una beca JAE-Intro en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) para estudiar la estructura tridimensional de los adenovirus. Tras esta estancia, realicé un año de Erasmus en Athlone (Irlanda) y una vez acabado el curso, me desplacé a Munich. Allí estuve 5 meses en el Klinikum Großhadern asociado a la Universidad Ludwig Maximilians, donde me centré en entender mecanismos moleculares asociados al cáncer de laringe. La verdad que fue una estancia muy fructífera y publiqué mi primer artículo como primera autora. Tras ello, volví a España para terminar mi carrera en Biotecnología y durante ese año, estuve como ayudante de laboratorio en la UFV. Finalmente me desplacé Boston, a Harvard, para realizar mi trabajo fin de carrera. Allí estudié el papel del sistema nervioso en el desarrollo de psoriasis. Estando allí, me confirmaron que había obtenido la beca Internacional de La Caixa para realizar mi doctorado en el CNIO. Y según volví de Boston, empecé la tesis en el grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer bajo la supervisión del Dr. Nabil Djouder.
P.- ¿Siempre has estado centrada en investigación oncológica? Si no es así ¿qué investigabas anteriormente?
R.- No siempre me he dedicado a la investigación sobre el cáncer. Gracias a las becas otorgadas por diferentes organismos he podido conocer otros campos, como la biología estructural o la neuroimmunología. A pesar de ello, siempre me ha interesado la investigación oncológica, y fue por ello por lo que me decidí a realizar el doctorado en el CNIO.
P.- ¿Qué te llevó a estudiar en la UFV?
R.- Por aquella época, era la única universidad en la comunidad de Madrid que tenía la carrera de Biotecnología. Además, concedía ayudas a los estudiantes con expediente académico brillante para realizar sus estudios. Estos dos aspectos fueron lo que me motivaron a entrar en la UFV.
P.- Si pudieses elegir a un científico con el que podrías haber trabajado ¿quién sería? ¿por qué?
R.- Es una pregunta difícil. Hay muchos científicos con los que me habría gustado trabajar y aprender de ellos. Pero creo que, si hubiera podido elegir, me quedaría con Leonardo da Vinci. No es el investigador al uso que conocemos hoy en día, pero sus conocimientos aunaban diferentes ciencias, lo que le permitía tener una visión más global de lo que ocurría a su alrededor.
P.- ¿Qué les dirías a los alumnos que están estudiando ahora?
R.- Que se dediquen y elijan una carrera por la que tengan vocación. Da igual la que sea, pero que les apasione. Si esa pasión existe, no hay nada imposible y es eso lo que te hace continuar en los momentos en los que las cosas no van bien.
Por otra parte, que se formen, que aprendan idiomas (el inglés es la lengua de la ciencia) y que, si tienen la oportunidad de hacer estancias en el extranjero, que no las pierdan. Estos factores son los que en muchas ocasiones te abren las puertas de un puesto laboral.
P.- ¿Qué planes de futuro tienes?
R.- Mi próximo paso es realizar el postdoctoral en EEUU. La ciencia y la investigación es lo que me gusta y a lo que quiero dedicar el resto de mi vida. Por lo tanto, seguiré recorriendo el camino que me permita ser jefa de grupo en un futuro (espero no muy lejano) y tener mi propia línea de investigación.
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